jueves, 3 de febrero de 2011

WIKILEAKS A LA CARTA PARA DIARIO EL PAÍS DE ESPAÑA




OBSESIÓN POR VENEZUELA Y CUBA.

De los mil 240 cables publicados en el diario hispano, los países con mayor incidencia son, en este orden, Estados Unidos (316), España (231), Venezuela (66), Cuba (55) , Irán (42), Irak (26), Marruecos (28), Italia (24) y Rusia (23).

José Bodes Gómez/periodista cubano

JUEVES, 3 DE FEB DE 2011. 3:09 AM



WikiLeaks aporta visos de seriedad a las historias que inventa la propaganda de Estados Unidos/Dibujo cortesía CCS
Las últimas estadísticas publicadas por el diario español El País sobre los cables de WikiLeaks revelados y los países relacionados en ellos dejan ver, con meridiana claridad, qué intereses manejan el colosal destape de los papeles secretos del Departamento de Estado.

Para comenzar señalemos que los mil 240 cables publicados por el rotativo hasta el 30 de enero representan solo el 0,5 por ciento del total de los mensajes diplomáticos confidenciales entregados por WikiLeaks a los cinco medios escogidos para su difusión, es decir Le Monde, The New York Times. The Guardian, Der Spiegel, además de El País.

Aclaremos también que hay un acuerdo entre esos medios para publicar simultáneamente aquellos cables que revistan mayor relevancia internacional y, como segunda opción, cada diario está en libertad de publicar otras comunicaciones diplomáticas que estime de su especial interés.

Es en este punto donde pueden verse con toda claridad cuáles son los intereses de El País.

De los mil 240 cables publicados en el diario hispano, los países con mayor incidencia son, en este orden, Estados Unidos (316), España (231), Venezuela (66), Cuba (55) , Irán (42), Irak (26), Marruecos (28), Italia (24) y Rusia (23).

Las demás naciones, hasta sumar casi un centenar, están por debajo de la veintena de menciones y en muchos casos no llegan siquiera a la decena.

Incluso se detectan paradojas tan curiosas como que países vecinos a España, como Portugal y Francia, solo tienen 11 y 14 cables de WikiLeaks publicados, respectivamente.

Desde luego, el marcado interés de El País por Venezuela y Cuba no debe extrañar ya que es de público conocimiento que el medio insignia del grupo empresarial Prisa es un contumaz observador de la actualidad en ambos países y habitualmente coincide con la opinión de sus detractores.

Incluso, las empresas e instituciones que mantienen relaciones normales con esos gobiernos son objeto de ataques de los diplomáticos estadounidenses destacados en las respectivas capitales, como lo atestiguan los artículos publicados en El País basados en tales mensajes.

Uno de los últimos trabajos referidos al tema llevaba el siguiente título: "La Iglesia ha capitulado" , frase tomada de un cable remitido a Washington en el año 2008 por el jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, Jonathan Farrar, en el que arremetía contra la conducta seguida por la jerarquía eclesiástica.

Más explícitamente, la información señalaba que "la Iglesia católica ha renunciado al activismo político en Cuba (sic.) e incluso optó por distanciarse de los disidentes católicos, a cambio de que el régimen le permita mantener un espacio para el culto y pueda reconstruir su infraestructura en templos y seminarios".

En otras palabras, lo que Estados Unidos pretende es que los obispos cubanos colaboren con sus diplomáticos en La Habana para nutrir las escuálidas filas de la contrarrevolución.

Respecto a Venezuela, la obsesión antibolivariana de los funcionarios estadounidenses llega a extremos de paranoia como puede corroborarse en la misión "secreta" reportada en un cable confidencial del 8 de enero de 2010.

El mensaje de la embajada informaba a Washington que oficiales de esa sede diplomática incursionaron, sin que fueran identificados, en la arepera Parque Central, inaugurada por el presidente Hugo Chávez dos semanas antes.

"Hasta la apertura de una arepera pública es un elemento relevante para comprender de qué se trata el socialismo del siglo XXI", comentaba un periódico caraqueño en un esfuerzo por halagar la "sagacidad" de los diplomáticos estadounidenses.

Sin embargo, no debe subestimarse el servicio que presta WikiLeaks, aunque no sea esa su intención, al aportarle visos de seriedad a las historias que inventa la propaganda de Estados Unidos.

No es lo mismo enterarse por un cable desclasificado que el Departamento de Estado está vigilando a la Iglesia en Cuba o que sigue de cerca los pasos del gobierno bolivariano, a conocer que existe ese monitoreo, pero nadie lo oculta.

La diferencia radica, claro está, en que cuando se revela un secreto, la gente piensa que quien lo ha manejado tras bambalinas cree realmente en lo que dice y ha querido advertir a su gobierno sin que lo sepa nadie más.

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