A propósito de tirar la piedra y esconder la mano….

En las principales Ciudades del País se realizaron hace pocos días protestas por diferentes motivos, todas justificadas por la situación convulsionada que algunos no se atreven a reconocer sobre todo en los grandes medios de comunicación, sumado a que desde las altas esferas del Gobierno se hacen ingentes esfuerzos por mostrar una Colombia en la “ruta de la prosperidad”, situación que no sienten los Ciudadanos del común y que solo expresan las grandes industrias, los gremios económicos y el sector bancario, que cada rato nos enrostran sus multimillonarios balances gracias a sus excelentes resultados económicos, todo a costa de sus clientes y de agrandar la brecha entre los que lo tienen todo y los que no tienen nada.
Las protestas callejeras organizadas por sindicatos, estudiantes, trabajadores de la justicia, el Sena y otros trabajadores del estado, organizaciones sociales y sectores populares golpeados por el establecimiento, muestran una situación apremiante desde el punto de vista social, que nos revela la radiografía de la situación que padecen amplios sectores sociales y populares en todo el país.
Los temas son variados pero igual de importantes y críticos, porque representan las necesidades de los Colombianos y las respuestas que no llegan a las justas demandas. Ellos son la justicia, la educación y su falta de presupuesto, la falta de fuentes de empleo, bajos salarios, los recursos naturales, la inseguridad, el transporte público y camionero, el fin de la guerra, la tierra, los damnificados por el invierno, la violencia de género y muchos otros que no alcanzamos a relacionar, que son los causantes de las constantes movilizaciones populares e todo el territorio Nacional.
Sin embargo, alrededor de la organización que se le da a estas movilizaciones, se infiltran unos personajes con sus caras cubiertas por pasamontañas, camisetas o lo que tengan a la mano y que creemos no tienen nada que ver con la organización de las protestas, que escudándose en la multitud aparecen raudos y veloces para pintar supuestamente consignas en las paredes, para luego y con la misma velocidad con que aparecieron, ocultarse “valientemente” entre la multitud para reaparecer donde otro espacio los estimule.
Parece que su vocación destructora de espacios limpios no se limita solo a eso, sino que no tienen consideración con los bienes públicos como museos, monumentos, escenarios deportivos y por supuesto, tampoco se salvan puertas, ventanales y como si fuera poco, lanzan bolsas plásticas y bombas inflables llenas de pintura, para dejar su sucia huella donde sus humanidades no les permiten llegar.
No nos atrevemos a pensar que los organizadores de las protestas promuevan o encubran este tipo de actitudes contra los bienes comunes, residencias de vecinos ubicados en los recorridos escogidos, etc., porque esa “manera de protestar” causa reacciones negativas no solamente en los afectados, sino en toda la comunidad que ve perturbada su convivencia en las Ciudades por el resultado de esta forma de hacer protesta.
Este tipo de manifestaciones podemos asimilarlo a la actitud de la barras bravas del futbol, que trasladan toda su agresividad al insulto, a la violencia, al desorden y a la destrucción, como está sucediendo en muchas Ciudades del país con el pretexto del respaldo un equipo de futbol, lo que les permite vomitar el odio y el resentimiento que llevan por dentro, causado también por las limitaciones sociales que padecen, pero que no justifican su actitud.
Es la “Rebelión de los idiotas”, de los canallas, como los describe un adagio popular, de jóvenes que solo pueden expresar su violencia contra la sociedad en forma de pintura en las paredes de nuestras urbes, agazapados entre las multitudes, o en los estadios y sus alrededores, símbolo de la violencia que caracteriza nuestra sociedad, pero también de los bajos niveles a que está llegando la condición humana.
Carlos Zota Jiménez
Para el Rostro Oculto de la Noticia.
Santiago de Cali, septiembre 11 de 2011